17 noviembre 2011

Muertes insolitas pero verdaderas

Accidentes, suicidios y crímenes. Cualquier forma de muerte sirve para entrar en el top ten de las desapariciones célebres de la historia

Muerte por abrazar el reflejo de la luna
El poeta chino Li Po es considerado uno de los dos más grandes de la historia literaria china. Era muy conocido por su amor al licor y se sabe que escribió muchos de sus grandes poemas mientras estaba borracho. Y en ese estado se encontraba la noche en que cayó de su bote y se ahogó en el río Yangt-ze al intentar abrazar el reflejo de la luna en el agua.

Muerte por barba
El austríaco Hans Steininger supo ser famoso por tener la barba más larga del mundo (de casi un metro y medio) y por morir a causa de ella. Un día de 1567 hubo un incendio en su ciudad y en la huida Hans se olvidó de enrollar su barba, la pisó, perdió el equilibrio, tropezó y se rompió el cuello.

Muerte por aguantar las ganas de orinar
El noble y astrónomo danés Tycho Brahe era un personaje interesante. Tenía un enano como bufón al que sentaba bajo la mesa durante la cena. Incluso tenía un alce entrenado como mascota. Tycho también perdió la punta de su nariz en un duelo con otro noble danés y tuvo que usar una nariz falsa hecha de plata y oro, pero ésa es otra historia. Se dice que Tycho tuvo que aguantarse las ganas de ir al baño durante un banquete particularmente extenso en 1601 (levantarse en medio de una cena era considerado como algo realmente ofensivo), a tal punto que su vejiga, llevada al límite, desarrolló una infección por la que murió. Análisis posteriores sugirieron que Tycho murió en realidad por envenenamiento con mercurio, pero esa conclusión no es tan interesante como la historia original.

Muerte por batuta de orquesta
Mientras conducía el Tedéum para el rey francés Luis XIV en 1687, Jean-Baptiste Lully estaba tan concentrado en mantener el ritmo golpeando un madero contra el suelo (ése era el método habitual antes de que la batuta comenzara a usarse) que se machacó el dedo gordo del pie pero se negó a detenerse. La herida en ese dedo devino en gangrenosa, pero Lully se negó a que se lo amputaran. La gangrena se generalizó y el terco director finalmente murió. Irónicamente, el himno que estaba conduciendo era en celebración de la recuperación de Luis XIV de una enfermedad.

Muerte por postre
El rey Adolfo Federico de Suecia amaba comer y murió por ello. Conocido como “El rey que comió hasta morir”, falleció en 1771 a la edad de 61 años a causa de un problema digestivo luego de comer una cena gigantesca consistente de langosta, caviar, chucrut, sopa de repollo, ciervo ahumado, champaña y catorce platos de su postre preferido: semia, relleno de mazapán y leche.

Muerte por morderse la lengua
Allan Pinkerton, famoso por crear la agencia de detectives que llevaba su nombre, murió de una infección después de morderse la lengua cuando se resbaló en la calle.


Muerte por cascara de naranja
Bobby Leach no temía cortejar a la muerte: en 1911 fue la segunda persona en el mundo en sobrevivir a una caída en barril por las cataratas del Niágara. Realizó muchas proezas de ese tipo, por lo que su muerte es especialmente irónica. Caminando por una calle de Nueva Zelanda, Leach tropezó con un pedazo de cáscara de naranja. Se rompió la pierna tan mal que debió serle amputada. Murió debido a complicaciones de la cirugía.


Muerte por falla de sobretodo con paracaidas
En 1911, el sastre francés Franz Reichelt decidió probar su invención, una combinación de sobretodo y paracaídas, saltando de la Torre Eiffel. Les dijo a las autoridades que utilizaría un muñeco, pero a último minuto decidió probarlo él mismo. Su invento no funcionó.

Muerte por imitacion
En 1991, una mujer tailandesa de 57 años llamada Yooket Paen estaba caminando por su granja cuando se resbaló en bosta de vaca, se agarró de un cable y se electrocutó hasta morir. Poco después de su funeral, la hermana de Yooket les estaba mostrando a unos vecinos cómo había sido el accidente cuando ella también se resbaló, se agarró del mismo cable, y murió igual que su hermana.

El famoso destilador de whisky Jack Daniel decidió ir temprano a trabajar una mañana de 1911. Quiso abrir su caja fuerte pero no recordaba la combinación. Enfurecido, Daniel pateó la caja fuerte y se lastimó el dedo gordo, que terminó desarrollando una infección por la que murió.

No hay comentarios.: