Según Mirjam Tuk, coautora del estudio, mientras controlamos la necesidad urgente de ir al baño mejora globalmente el mecanismo de autocontrol del cerebro, lo que nos ayuda a elegir mejor entre varias opciones.
Tuk y sus colegas Debra Trampe, de la Universidad de Groningen, y Luk Warlop, de la Universidad Católica de Lovaina, diseñaron un experimento en el que varios sujetos bien bebían cinco tazas de agua o bien tomaban pequeños sorbos de cinco tazas separadas.
Transcurridos 40 minutos -la cantidad de tiempo aproximada que tarda el agua en llegar a la vejiga-, los investigadores evaluaron el autocontrol de los participantes, a los que se les ofrecieron ocho opciones, cada una de las cuáles daba a escoger entre una pequeña recompensa inmediata y otra mayor pero a largo plazo. Los investigadores demostraron que las personas con la vejiga llena solían optar por las recompensas a largo plazo, más beneficiosas.
“Escogemos mejor con la vejiga llena”, concluye Tuk, que recomienda beber una botella de agua antes de tomar las decisiones que consideramos importantes.
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